domingo, 21 de noviembre de 2010

TEMA DEL SIGLO XX

Segunda intervención francesa siglo XIX
El Estado mexicano hasta estos momentos no había podido organizar ni la economía ni las finanzas del país. En el ámbito agrario, la producción agropecuaria seguía siendo insuficiente, la industria y el comercio continuaban desorganizados y, en consecuencia, las arcas de la Nación estaban vacías, así que la hacienda pública carecía de los recursos para solventar sus deudas internas y externas y sus gastos. En resumen, era un Estado pobre con una clase baja en la miseria, que contrastaba con una alta sociedad en la opulencia. Era, en fin, una situación muy semejante a la actual.
En cuestiones de política interna el país se debatía en medio de graves problemas, ya que no había tenido un momento de paz y se hundía en el caos.
El poder temporal, material, económico y político de la Iglesia ha estado por encima del poder del Estado, como se ha podido observar a lo largo de la historia, por ello, cuando se ha sentido amenazada, ha defendido sus intereses en todas las formas: persiguiendo, encarcelando, fusilando, torturando y matando a sus adversarios. Nuestro país ha sido testigo de esta política.
En el ámbito externo es posible observar el imperialismo en acción. Los países industrializados buscan por todos los medios mercados que les provean de materias primas o de consumidores para sus productos finales.
Así, en los años 50 del siglo pasado y los años posteriores, el imperialismo se deja sentir con gran intensidad. Inglaterra, Francia, Rusia, Alemania, Estados Unidos, Italia, tienen una poderosa presencia militar, económica y diplomática en todo el mundo.
En el caso de México, esto se manifiesta en la guerra de Texas, la primera guerra contra Francia, la guerra contra Estados Unidos y la Intervención Francesa y un Imperio.
En los primeros días de 1861, el presidente Juárez se reelige. Como consecuencia de ello se inconforman Melchor Ocampo y Jesús González y se separan del centro del poder.
Los conservadores, aunque vencidos, continúan en actitud de rebeldía atacando poblaciones. Miguel Miramón y Leonardo Márquez con el lema Religión y fueros incitan al pueblo a unirse a su causa.
El presidente Juárez responde a la actitud desafiante de la Iglesia expulsando al Nuncio Apostólico Luis Clementi y también a los diplomáticos que se entrometen en los asuntos del país, como Francisco Pacheco, embajador de España en México, Felipe Neri, ministro de Guatemala, y Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, arzobispo de México.
En 1861 el país pierde a cuatro liberales distinguidos, Miguel Lerdo de Tejada, Melchor Ocampo, Santos Degollado y Leandro Valle, los tres últimos fueron asesinados por los conservadores.
El 17 de julio el gobierno juarista decide suspender durante dos años el pago de la deuda pública debido a que la crisis económica es aguda y el Estado no tiene posibilidades para solventar los compromisos contraídos. Esta disposición afecta los intereses de España, Inglaterra y Francia, países con los que México tenía adeudos pendientes.
El destierro de los personajes mencionados y la suspensión de pagos provocan escándalo en Europa, y se hacen circular indicios de una próxima intervención en México para hacer que en este país se establezca el orden.
Tiempo atrás en Inglaterra se habían hecho planes para establecer en México una monarquía, pero nunca se puso en marcha este proyecto.
No así en Francia, gobernada por Luis Napoleón Bonaparte, más conocido por Napoleón III, quien es sobrino del gran corso Napoleón Bonaparte y quien aspiraba a imitar las glorias de su tío. Napoleón III se dio a la tarea de crear un imperio en México y para ello contó con los oficios y servicios de José Manuel Hidalgo, José María Gutiérrez Estrada, Juan Nepomuceno AImonte, hijo natural de Morelos, Teodosio Lares y otros conservadores más.

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